Feo y Pobre

Un día de paseo por el barrio vi un niño feo, de aspecto muy humilde y me pareció lo más real y sincero que había en un barrio que forma parte de una ciudad en la que casi todo es artificial, impostado y donde la pobreza se esconde, lo feo se obvia y lo viejo se sustituye por lo nuevo.
Para ser original, pensé en hacer una serie de personajes pobres, ahora que todo el mundo es tan rico, tan guapo y tiene tan buen gusto. A este niño nacido en Barcelona lo llamé  El Yordi y le cree una familia y una pandilla, que son igual de pobres que él, aunque además tienen un factor cultural que los hace distintos; aunque para peor, ya que no son rubios, ni altos, ni ricos, ni tienen la nacionalidad española  y ni ellos, ni sus familias cuentan con muchos recursos. Además, vienen de países iguales o más corruptos y pobres que el nuestro. A esta pobre, pero maravillosa y simpática pandilla les une una gran amistad y  les acompañan sus chuchos, que por no tener raza, no valen nada y casi mejor así, ya que de esta forma no los roban.
Su barrio es el de la Ribera de Barcelona, (los cursis lo llaman El Born) y es en este barrio, donde se echan las tardes sentados en las escaleras de la Iglesia de Sant Pere comiendo pipas y dejándolo todo hecho un cristo. Desde estas escaleras ven como se transforma su ciudad y como cada vez su espacio se reduce más, ya que todo lo que no es útil, estético, o es moda, molesta y es un estorbo.
Al Yordi, lo cuida su yaya Maria, ya que sus padres están ausentes en una casa en el campo, curándose de no sé qué cosa de la adicción.
Sus amigos son: Mohamed, que se vino de Marruecos y trabaja haciendo prácticas en un taller de motos después de estar mucho tiempo haciendo el pintilla; el Ríchar, que es ecuatoriano, y da clases de cumbia y reguetón en casales de barrio; su hermana la Shaila, que es esteticista de uñas postizas y piensa en abrir pronto su propia centro.
Sus chuchos son La Daisy, que es una estupenda perrita Pitbull, a la que le falta una patita, el Chiki que es el más feo de todos y por eso lo cuida el Yordi y luego está el Flappy,  que es de todos y de nadie.