Cuando me aburro

Hay veces, que el aburrimiento me vence. Ocurre en reuniones, comidas de trabajo, visita al notario, reuniones de vecinos…; cuanto más importante es el asunto, mayor es mi aburrimiento. La causa de mi aburrimiento es mi escasa capacidad de prestar atención o mis limitados intereses, de los que el interlocutor poca o ninguna culpa tiene. Es entonces cuando busco el lápiz, y lleno páginas de dibujos sin sentido ni conexión alguna. Me despisto un instante,  me ausento un momento, y después desaparezco. Quedando de mí, solo la presencia corporal,  que, de vez en cuando, asiste con gestos de segura aprobación. Estas páginas las fecho para mayor vergüenza mía y las guardo, ya que quizá salga de ahí algo con lo que luego pueda aburrirme o divertirme.
Otras veces el hastío es plácido, y  conquista las largas y calurosas tardes de verano. El tiempo se dilata, se eterniza, y es en estos momentos cuando me abstraigo y me encanta reproducir los juguetes de mi infancia en madera y pintarlos con espray: pistolas láser, Vespas y otras veces gente del barrio.
Imágenes y propuestas visuales alejadas de las prisas, de requerimientos comerciales, tendencias gráficas o estilismos Un espacio y un lugar necesario e indispensable solo para mí.