¡Le juro agente que no sabía nada!
Esta desesperada frase, la escucharán durante este relato, donde se tejen las inquietantes, oscuras, y hasta ahora ignotas relaciones que mantiene el mundo del arte con las cloacas del estado, los perversos intereses de la geopolítica mundial, y sus sombríos servicios de información.
Yo, un esforzado, anónimo e insignificante artista barcelonés, me vi involucrado sin comerlo ni beberlo; en un caso de espionaje al más alto nivel que apunto estuvo de tener graves y dramáticas consecuencias a escala mundial— …Ahhh, pero es que no me creen ustedes; pues lean, lean y verán…
—¡Haga usted el favor de sacarme las manos de encima¡; ¡Qué maneras son estas, grosero, maleducado! ¡Socorro, socorro, que alguien me ayude… policía, mosus, mosus!
—¡Cállese de una vez y entre ahí si sabe lo que le conviene a usted y a los suyos!
—Encima con amenazas, por qué me vendan los ojos, quíteme las esposas, hijo de puta ¡Ayuda, socorro!…
Una furgoneta militar me secuestró en mitad de la calle Tuset de Barcelona a plena luz del día, a la vista de todos. Nadie hizo nada; llevo 72 horas encerrado en una celda minúscula, sin dormir, sin asearme, sin apenas agua ni comida. No se sabe dónde estoy y nadie sabe nada de mí. Acusado de alta traición y de haber participado en no se qué extraña y rocambolesca historia barata de espionaje por entregas.
—Levántese y acompáñeme a la sala de interrogatorios ¡Venga, muévase maldito vendepatrias!—Otra vez, el interrogador otra vez, otra vez él y sus fantasiosas historias de espionaje. Ya no puedo más, por Dios…¡Déjenme salir, yo no he hecho nada!
—Grite, grite, que nadie le oye. Por cuarta vez dígame qué sabe usted de Irina Satanovskaya y por qué le contacto
—¿Irina, Irina Satanovskaya… pero qué dice usted…? O acaso se ha vuelto loco; por cuarta vez, se lo repito: no-sé-quién-es.
—No me haga perder la paciencia, que ando justito, y no se haga el tonto conmigo o acaso no reconoce a la mujer de esta foto.
—No, no, no… esta no es su Irina Satanovskaya; se equivoca usted una vez más, ¡maldita sea! Esta mujer es Madame Claire Serrault, me contactó para un encargo muy especial. Me pidió que le estampara a mano un toldo muy grande para decorar su villa en Niza. Iba a hacer su famosa fiesta anual de inauguración de la temporada de verano en su maison de maître, a la que acudía gente guapa de la Côte d’Azur, Cannes, Monte Carlo, Ibiza, Biarritz, importantes jeques árabes, actrices, modelos… ya sabe, ese tipo de fiestas que uno solo ve en las fotos de la prensa rosa.
—Cannes, prensa rosa, Coté Dazur…¡Idiota! Le engañó haciéndole creer que era para su casa, cuando en realidad era para la cena a la que asistían al Palacio Real de Madrid los jefes de los países miembros de las O.T.A.N. ¡Ja, ja, ja! Iluso.
¡Pero qué se creía! Seguro que ya se veía entre esa gente que le parece tan distinguida y tan chic (Oh… mira, ahí está el artista que ha hecho el estampado; qué guapo es y qué gran talento tiene; voy a decirle que se venga a tomar una copa con nosotras) —¡Necio, memo! Su bella y estupenda Madame Claire es en realidad una agente secreto al servicio de la K.G.B.
—Pero, pero…¿Qué locura es ésta?— En ese momento, un sudor frío, una sensación de mareo me inundó; parecía tal que mi cuerpo caía en un
pozo. Colapsado de terror, una intensa mezcla de vértigo y ansiedad se apoderó de mí razón.
—El interrogador, permanecía en una actitud impasible, si acaso me miraba con cierto desdén y pena; lo cual no me ofrecía ningún consuelo—. Me eché al suelo llorando, implorando comprensión; de rodillas, le agarré de los bajos del pantalón y con voz temblorosa y entrecortada, le sollozé:
—¡Pero… cómo puedes ser, escuche, escuche agente, le juro que yo no sabía nada, créame, apiádese de mí!… No soy más que un pobre artista, entrado en años que intenta ganarse la vida como puede— Le supliqué.
—Levántese judas de medio pelo, es usted patético, un flojo, o acaso no tiene dignidad.
Yo le voy a contar para qué quería el estampado su atractiva agente Irina:
el plan era muy simple, a la par que maquiavélico y ingenioso; se trataba sencillamente de cambiar las mantelerías de las mesas, con el fin de que cuando empezaran a cenar y vieran los alegres y coloridos estampados que usted dibuja, olvidaran sus planes belicosos, se volvieran personas amables, generosas, empáticas y que pensaran en el bien común. De esta manera abandonarían sus planes de anexión de nuevos países al Tratado Atlántico Norte. Moscú aprovecharía este momento de debilidad, para ensanchar su área de influencia estratégica y militar a los países bálticos ¿Magistral, no le parece…? Por suerte nuestro servicio de seguridad se adelantó a los espías infiltrados, disfrazados de camareros y pudimos desbaratar el diabólico plan a tiempo.
—¡Ring, ring, ring…!
—¡Esto no tiene ningún sentido, es una locura!— Le juro agente que no sabía nada
—¡Cállese! ¿Diga? Está usted segura señora, pero piense que… Está bien mi comandante, como usted ordene.
A lo que iba… así, a bote pronto, estamos hablando de 10 añitos de nada entre rejas por alta traición y 10 más de regalito; por colaborar con un agente enemigo. Eso siempre que no decida usted, estampar para los servicios secretos
de su patria. Quizás así, el juez olvidaría semejante traición ¿Qué dice usted?
—¡Sí agente, sí, lo que usted diga! Estamparé para mi patria, como si no hubiera un mañana. Le juro que quedarán muy satisfechos con mis obras; va a ver usted como en cuatro días recuperamos las colonias, conseguiré para mi país los mejores acuerdos comerciales que jamás llegaron a imaginar, y ese Mohamed VI, ese no nos vuelve a chistar en su vida, y el gas de Argelia va a venir a raudales, ríos y ríos de gas, gas para todo el mundo— ¡Pero por el Amor de Dios, si tiene usted familia, por lo que más quiera, déjeme volver a casa!
Soy Alexis Rom, aunque mi nombre en clave es agente secreto V-714. Ahora tengo una nueva identidad. Hago preciosos estampados para nuestro servicio de inteligencia que usa contra nuestros enemigos.
Se preguntarán ustedes… si esta historia tan fantasiosa es real, quizás no, pero bien podría haberlo sido, o tal vez sí…
-Metraje textil estampado en serigrafía y cosido a mano por el autor
-Dimensiones: 12x 7 m.